La historia de Bodegas BonArt inicia hace más de 25 años. Jorge De Loera se encontraba estudiando viticultura en Ecolé Nationale Superieure Agronomique de Montepellier, Francia, además de su pasión por el vino era un joven entregado al arte en todos los sentidos, lo que lo llevó a desarrollar su talento por la pintura en óleo y acuarela, quien hasta la fecha continua participando en subastas y galerías.

Regresó a México entusiasmado por la idea de comenzar una bodega propia a finales de la década de los 80´s desafortunadamente para estos años la industria vitivinícola del país tuvo una profunda crisis por la apertura de México al comercio internacional; la industria nacional no pudo con este cambio, por lo que se tuvo que posponer este sueño para más tarde.

El gusto por el vino y el arte es algo muy contagioso, tanto así que sin pedirlo ni planearlo su hijo Diego comenzó a compartir la pasión de su padre. Entre ellos y unas copas comenzaban platicas de un futuro prometedor.

Al ingresar a la universidad, Diego crea una gran amistad con Marcelino Padilla, quien compartía ya el gusto del vino y arte, además su familia era propietaria del Rancho La Machuca, el cual poseía uno de los viñedos simbólicos de Aguascalientes, siendo Marcelino también de una familia que tiene un fuerte arraigo con el vino.

Conforme se va fortaleciendo la amistad, entre Jorge, Diego y Marcelino, quienes no solo se volverían socios, sino mejores amigos; empieza a deslumbrar el nacer de Bodegas Bonart.

La historia no culmina aquí, la locura atrae locura dicen, en una buena cata de vinos, Jorge y Diego conocen al Dr. Edgar Reyes quien ya se encontraba elaborando vinos en Aguascalientes, tomando en cuenta las peculiaridades del del terroir, logrando excelentes vinos.

Conocerse entre ellos fue como encontrar la ultima gran pieza del rompecabezas, pues se crea una gran sinergia y dinamismo por la amplia variedad de experiencias, edades, conocimientos y perspectivas, todo ello bajo el único objetivo de hacer los mejores vinos de México.